Para llegar a sus conclusiones, el grupo de investigadores
llevaron a cabo un experimento en el que participaron 88 personas –31 hombres y
57 mujeres, de entre 18 y 53 años de edad–. Se les sometió a una tarea de
aprendizaje de palabras en sus respectivos hogares y después, al azar, se los
dividió en dos grupos diferentes: a los del primero se les dijo que bebieran
todo lo que quisieran (la media fue de 82,59 gramos durante toda la noche, es
decir, unas cuatro consumiciones); a los del segundo, que no ingirieran nada.
Llegado el día siguiente, se les pidió que de nuevo llevaran
a cabo la misma tarea de aprendizaje, y detectaron que aquellos que en la
jornada anterior habían bebido alcohol tras el ejercicio, recordaban mejor lo
que habían aprendido durante la realización del mismo.
“Nuestra investigación no solo mostró que aquellos que
habían bebido alcohol mejoraron al repetir la tarea de aprendizaje de palabras,
sino que este efecto fue más fuerte entre aquellos que bebieron más",
explicó la profesora Celia Morgan, de la Universidad de Exeter, en una nota de
prensa. Los investigadores reconocen no entender del todo las causas de este
efecto, pero creen que la principal explicación estaría en que “el alcohol
bloquea el aprendizaje de la nueva información y, por lo tanto, el cerebro
cuenta con más recursos disponibles para establecer otra información
recientemente aprendida en la memoria a largo plazo”. La teoría es que el
hipocampo, el área del cerebro realmente importante en la memoria, consolidaría
los recuerdos, de manera que estos se transferirían desde la memoria a corto
plazo hasta la de largo plazo.
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